jueves, 13 de mayo de 2010

Un maestro me ha enseñado

El buitre sigue a su presa,
hasta que la ve caer y luego de ella se alimenta.
El cuervo es más impaciente, 
se le ha visto comerle los ojos a su víctima en plena agonía.

El monstruoso ego -sin embargo- prefiere la estrategia del gusano.
Coloca su larva suavemente en la víctima,
penetrando sus tentáculos.
Es ingenioso e imperceptible gracias a su anestesia.
Comienza a devorar, y antes de que se produzca la infección libera antibiótico.
Y sigue comiendo.
Una vez que la víctima se percata, el ya ha hecho todo su trabajo.
A ese entonces pueden pasar dos cosas.
La primera, que el gusano sea retirado y que las heridas cicatricen.
La otra, que el gusano fecunde sus huevos y estos comiencen a multiplicarse.
De ser así, las larvas nacerán como propias y tendrán en el miedo su mayor y único alimento.
Entonces, habrá una sola cosa que hacer.
Diferenciar y elegir, entre lo falso y lo verdadero.
Sólo se puede hacer viendo a los ojos de la realidad.
Sin culpa. Con Perdón.
Sin deseo. Con Amor.
Sin miedo. Con Entrega.
Sin tiempo. Con Eternidad.

Gracias “Pollo”.

1 comentario:

  1. Toda la descripción me dio como un poco de impresión. Supongo que la misma impresión asquerosa que sentís cuando todo eso se lo hacen a uno, metafóricamente hablando.

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