martes, 2 de diciembre de 2014

Simón Bolivar 1521

La dirección exacta donde me encontré con este mundo. Y otros tantos.
Entre Pouey y Prudencio de Pena. Desde el año 1 hasta el 21.
Cuando paso por la puerta o cerquita nomás, naturalmente suspiro. Y después trago saliva. A veces lloro. 

Hermano/hermana, Amigo /Amiga, /Guarda, Conductor / Señor, Señora: El lugar donde uno pasó la infancia, se crió y empezó a ser una personita dentro de este sistema es tan esclarecedor de nuestras emociones. Tanto tanto que cuesta imaginarloç Los invito a pasar por las puertas de sus casas de la infancia. Y que pase. Que pase lo que tenga que pasar. 
Vuelvo. Simón Bolivar 1521.
Cuando entrabas, un living de paredes blancas, techos altos, muy amplio de espacio. Una estufita de leña, de esas que casi nunca se prende, dos, tres veces al año como mucho. Cuadros entre grises, marrones, todos encerraditos en sus marcos.  Pasando como un alerito un comedor de esos de Disney, de Princesas y Reinas. Nunca se usaba. Al pasar una puertita-marco de madera te sumergías en el estar.
Como “estar” en otra casa. Colonial, madera, cuadritos chiquitos con colores, muy campestre, una estufa de leña que si que se prendía y cuan mucho, y qué lindo, y y y y y y  arreee!  Allí donde uno se calentaba la colita, las manitas, pelvis. Fuego. Un ventanal enorme de vidrio, que no era tan solo una ventana, también era puerta, que daba a un patio de ensueño, con tres pisos (si, tres pisos), todo con baldosa y a sus costados un arsenal de plantas hermosas que cuidaba el jardinero de mi familia: Mi papá.
¿Viste eso de que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde? Bueno, eso. Está sucediendo. O aquello de que buscamos la felicidad, y cuando miramos para atrás un poquito nos damos cuenta que fuimos felices sin darnos cuentas. ¿Qué coños? Me río. Lloro. Me río. Lloro. Y así. Ahora me estoy riendo.

Bueno, el jardín. Al fondo tenía un parrillero con una mesa redonda que entrarían unas 15 personas sentaditas cada una en una silla sin chocar el bracito del compañero (muy cómodos) y sirviéndose comida del centro de mesa que giraba. Si. Giraba. De madera era. Entraban bastantes platos, como para que uno tenga una variedad amplia para elegir.
El parrillero. Lo voy a decir denuevo, y lo voy a escribir con mayúsculas. EL PARRILLERO. 
Estaba entre plantas de diversos colores y tamaños. ¿El dueño? Mi padre. Y con mucho entusiasmo. El se llevaba su equipito de música (estilos diversos escuchaba, y escucha)  y con ese entorno amigo entonaba la magia del asador.  Su día estrella: 31 de diciembre. Ese día mágico. La cantidad de comensales de ese buen hombre que andaban olfateando como perros alrededor de su magia. Servía, preguntaba por el sabor, se regocijaba ante los  halagos de los perros salvajes que le devolvían el encanto con rabos moviendose de izquierda a derecha, de derecha a izquierda (me gustan mucho los perros).
Sigo el recorrido.
La cocina, también colonial. Llenita de madera y algunos azulejos azules (azulejos azules, qué qué?) La alacena de ese lugar era mi perdición. El tema era conseguir las llaves de ese tesoro donde se escondían galletitas, chocolates, todas porquerías que  a nosotros los niños nos gusta comer. (Si. Nosotros. Los niños).
412414. Caja Notarial. El interno de la oficina de mi vieja fue variando, pero ahí la llamaba todas las benditas tardes para preguntarle qué había para merendar, sabiendo (claro) que toda la magia estaba en la alacena bendecida por todos los Dioses del Niño. Creo en algún momento llegué a poseer las llaves de ese tesoro. Las perdí. Alguien que me las devuelva por favor. Gracias! Me sigo riendo. Es muy lindo escribir sobre esta casa.
Sigo con el recorrido.
Entonces de momento pasamos por el living, el comedor, el estar, el patio con parrillero, la cocina (y su alacena). 
Del piso de abajo me falta el sótano, pero me voy a permitir dejarlo hasta el final.
Cuando entrabas, estaba el living y todos los cuadros y eso. Bueno, a la izquierda había una escalera, que daba al segundo piso. De mármol, granito amarillento con colores rojos y marrones, tenía una baranda para sostenerse con las manos si ibas medio como que necesitando ayuda para subir, pero que si subías tipo caballito te llevaba sin escalas y gozando hasta el primer piso. Amor por esa baranda. Amor por la infancia y la plenitud de nuestro cuerpo. No es joda. Es hora de bajar por las barandas de las escaleras como niños.
Cuestión que la escalera daba un giro en un momento y estabas en el segundo piso, el de los cuartos. EL PISO DE LOS CUARTOS DE MIEMBRO DE LA FAMILIA.(Oooohhhh!)
A la derecha, el cuarto de Patty (que supo ser el cuarto de juegos, donde manché toda su alfombra revolviendo en una caja de zapatos remedios de mi madre, pero ahora no importa). Al centro el cuarto de Lucía. Y a la izquierda el cuarto de la Petty. Recuerdo el poster de Beverly Hills en el cuarto de la derecha, el de Beavis & Butthead en el mío personal, mostrando el culo con descaro (regalo de mis padres, si Señor!) y la Petty que supo amar a las Azúcar Moreno y llevarlas en su placard, cosa que cada vez que se fuera a vestir acordarse que “Solo se vive una vez” y ”Apaga el televisor”. ¡Qué linda la infancia! No me canso de decirlo.
Enseguidita del cuarto de Petty estaba el baño. Allí donde se filmó el final  del primer cortometraje en grupo de mi hermana Silvana, donde una chica drogadicta tiraba su último gramo de cocaína al water, decidiéndose por vivir una vida sana y despegada de los vicios. Si mi memoria no me falla el cortometraje se llamaba “No estamos solos” . Corría el año (si la memoria no me falla), 1998. VHS. Edición manual. Todo ese chucu que nos hemos olvidado. También corría Hugo (un ser de la biblioteca de nuestro colegio, que era como Superman, o quizás mucho mejor) que te editaba todo el cuestión, sin peros ni por qués. Bueno, en ese baño también fue mi primera experiencia de sonambulismo. Me desperté. Y estaba frente al espejo, con la luz prendida. Mirando. Mirándome.  Salí corriendo a la cama. Cuando me estaba por dormir apareció ese dragón violeta que se presentaba sin cesar desde la ventana del cuarto de mis padres, y me tiró fuego, amarillo. Y yo salía corriendo al cuarto de mis padres, al medio, no me atrevo a decir hasta que edad, pero creo que la última vez era bastante pelotuda, pero qué va a hacer, los necesitaba. El dragón con fuego amarillo ahora es mi mejor amigo.
Siguiendo la corriente del baño venía el cuarto de mis padres, pero antes de hablar de el me gustaría mencionar aquél lugarcito que se prolongaba a la izquierda de nuestras vistas, aquél  “rinconcito estar” donde estaba la computadora, donde chateaba por icq con mis primeros novios a los quince años,  que tenía estufa de leña, y que  fue el cielo en aquél cortometraje de la drogadicta, porque le sacabas los almohadones negros que tenía y abajo era todo blanco, y era cielo.
Había una estufita de leña (ya vamos ¡Es una magia!), que se prendía mas o menos dos tres veces por año (como la de abajo) pero que cuando se prendía albergaba los mejores Mario Bros 1, 2 y 3 en el Nintendo y “Mira quién habla” en todas sus versiones. Y, y, y, y los reyes magos dejaban siempre sus regalitos ahí, y el pastito y el agua no estaban. Mágico lugar el estar de arriba.
De repente, cuando bajas la escalera. El sótano.
La luz a veces prendía, a veces no. Había que bajar una escalera empinada que te transportaba a un lugar horrible, pero que había que transitar.  Allí estaban: El arbolito de navidad metido año tras año en una caja llena de polvo. Cajas de cosas, cositas, pequeñeces que no sirven para nada pero igual las guardamos. Polvo, polvo, polvo. Ratas. Y la caldera de la calefacción que hacía pila de ruido. Me recuerdo de niña yendo corriendo a buscar la cajita del arbolito, y marchando corriendo por la escalera gris para arriba, donde estaba aquella estufa en ese living frío, y ese arbolito de navidad que con sus lucecitas lo llenaba de vida. Una por una colgaba las estrellitas, corazones, Papá Noel en trineo, estrellita, chirimbolo, no me importaba nada. Y así, me olvidaba, y olvido de aquél sótano gris y oscuro llenito de ratas, que había albergado sin querer y saberlo, toda esta magia.
¡Bienvenida!
¡Gracias!
¡Te amo niña!



viernes, 21 de noviembre de 2014

Posible encuentro en la Luna

Quedaron en encontrarse a las nueve de la mañana de aquél sábado de primavera en la Luna. El tomó la primera nave que salía ese mismo día. Ella no sabía como ir.
Así comenzó todo. El estaba allí esperando. Ella aquí dudando, sin saber qué medio podía transportarla al lugar acordado. Salió a pedir ayuda, de nada le sirvió.
En la luna no hay teléfono.

sábado, 19 de julio de 2014

Iba y Camino

-->
Iba rápido. Muy rápido. Sin sentir los toques de puerta que le daba el corazón a cada segundo.
Iba rápido. Muy rápido. Persiguiendo quién sabe qué cosa. Lo único que puede asegurar es que seguro aquello no era para el.
Iba rápido. Muy rápido. Durmiendo en vida, viviendo en sueños.
Iba rápido. Muy rápido. Reprimiendo ira, callando llantos, falseando sonrisas.
Iba rápido. Muy rápido.
Rápido.
Muy.
Iba.

Camino despacio. Muy despacio. Sintiendo a mi corazón, abriéndole la puerta, tocándolo.
Camino despacio. Muy despacio. Persiguiendo quién sabe qué cosa. Lo único que puedo asegurar es que este camino es para mi.
Camino despacio. Muy despacio. Soñando en vida, durmiendo en sueños.
Camino despacio. Muy despacio. Entendiendo la ira, escuchando mis llantos, sonriendo sinceramente.
Camino despacio. Muy despacio.
Despacio.
Muy.
Camino.

jueves, 19 de junio de 2014

Ha llegado un nuevo Ser a nuestro mundo

Hoy la conocí. Se llama Alfonsina. Hija de mi amiga de la vida y de mi alma.
Un ser acurrucadito en su madre, inocente, frágil, sensible.
Nació por parto natural.
Mágico el momento en que mi amiga nos contaba como comenzó todo. Primero contracciones suaves, luego más intensas, preguntas del que será, si será el momento.
Alfonsina había decidido llegar a este mundo, y así fue que en esa simbiósis de madre e hija empezó el jolgorio entre los padres, entre risas de no entender que estaba sucediendo, entre contracciones de que un nuevo ser estaría naciendo, entre lágrimas de emoción, entre confusiones de “donde estoy, quien soy”.
Mi amiga Flo es madre.
Me contó que su ginecólogo suele poner música en el parto.
Cuando ya estaba a punto de encontrarse con Alfonsina, el médico le dijo “Dale que sale con esta canción”. Y así fue. La vida es hermosa. La naturaleza es magia.

Alfonsina, bienvenida chiquita. Gracias por tanta luz a esta familia que recién empieza a andar. Gracias por la luz que emanas con tu silencioso vibrar.

Joan Manuel Serrat le dió la bienvenida con esta letra y esta canción.

Bienvenida a este mundo chiquitita.

https://www.youtube.com/watch?v=zn134DMTtbY

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada y en cada canción.

Niño, deja ya de joder con la pelota...

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día nos digan adiós



viernes, 13 de junio de 2014

Sobre la terapia de escribir y el maravilloso recorrido por las ramas

Me pregunto: ¿Por qué este deseo almico de escribir?
La respuesta: Siempre cae antes de que termine de formular la pregunta.

Magia. Escribir es un favor que me da la Existencia para conectarme con mi Esencia, mi verdad, un pasaje del Cielo a la Tierra.

Las ideas eternamente andarán merodeando en mi individualidad. Afianzarse a escribirlas elabora un ritual. Me enfrento a la hoja en blanco y allí sucede el milagro de que ese vacío cobre vida.
Ese libre albedrió cargado de adrenalina, aquél instante en que uno decide estampar una pequeña porción de sus sentimientos.

Decido crear mi atmósfera, que ayuda (y mucho), a convocar a esta tertulia a ese costado del corazón que está ahí, pendiente, anhelando le coloque unas alitas y lo lance a volar.

Me siento en el escritorio de mi cuarto, avivo una música clásica, reactivo un vino rico, un tabaco, muchos inciensos, y ahí aparece el corazón, que se apodera instantaneamente del lugar.

Hoy el día es un tanto extraño. Luna Llena. Mercurio retrógrado. Viernes 13.
Aterrizo en la playa, contemplo la luz de la Luna que refleja en el agua montevideana. Son las 20:30 de la noche.
Observo. Pido un deseo. Despojarme de todos los miedos. La luz me contesta es una tarea de las dos. Menciona mi nombre.

Lucía. La que nació a la luz del día. Alegre, sensible y muy arraigada a sus afectos. Perseverante cuando se propone algo. Buena amiga.
Hasta parece que Santa Lucía es la patrona de los ciegos, ya que según la leyenda fue una martir siciliana de tiempos del Emperador Galerio que recuperó la vista a pesar de que le habían arrancado los ojos (creo que de ahí viene mi complejo de Electra! Ah no, era Edipo con la madre, bueno no sé, hay que darse la libertad para cambiar las historias).

Lo más asombroso de todo es que seguro mis padres a la hora de elegir mi nombre lo hicieron a “la que te criaste”, ignorando significantes del cuestión.

Siempre agradecí muchísimo mi nombre. Me atrae, divierte, me maravilla. Esoterismos de la vida. Cuando elegimos el nombre de un hijo sin querer en algún espacio chiquitito estamos zurciendo sutilmente su identidad. Así parece.

La cuestión es que nacemos. Nos ponen un nombre. Lloramos sin saber como nos llamamos. Nos apropiamos de los senos de nuestra madre. Un día empezamos a comer. Luego a andar. Comenzamos a hablar, a decir verdades, y cuantas verdades dice un niño inocente, libre del sistema.
Reímos, y con ese frenesí llenamos nuestro hogar de alegría. Derepente lloramos, dandole la oportunidad a nuestra madre de acobijarnos.

Crecemos. Maduramos. Intentamos desapegarnos de la teta, la madre, la familia, la estructura. Ahí es cuando se genera la revolución. En nosotros y nuestro entorno. El pasaje de la dependencia a la indepencia. Un pasaje de ida, no hay regreso.

Anhelamos ser Uno para el todo. Nos damos contra toditas las paredes de nuestra existencia.

Llega un día que lo alcanzamos. Y ahí comienza la Odisea. Aventura colmada de maravillas Existenciales, donde cada uno puede abrir sus alas y volar en la inmensidad interminable de su alma. Que lo es todo. Un camino de encuentro con uno mismo. Hermoso. Intenso. Llenito de detalles.

El mundo está cambiando. A pasos agigantados.
Deseo todos mis seres amados aprendar a bailar con el viento, bañarse bajo la lluvia, entonar canciones con vehemencia.

Inhalar vida. Exhalar angustia.

El corazón nos está remolcando hacia la verdad. Démosle la bienvenida.

viernes, 23 de mayo de 2014

A mi viejo


Al que me dio la vida.
Gracias por darme la posibilidad de verte crecer como Ser humano.
Estoy maravillada con tu persona, con ese corazón que era piedra y ahora es diamante.
Honestamente no sé qué pasó, ni cómo pasó, ni tampoco voy a preocuparme por revolver el pasado. Lo que tengo claro es que a ti te pasó a manejar otro titiritero.
Te extraño a baldes cuando no estás. Estoy contenta, siento lo necesitabas. Tu ausencia hizo que crecieras de golpe, y eso es espiritualidad. Siento te necesitabas en soledad para encontrarte, y lo lograste. Te felicito.
No es en vano nombrar las peleas mezquinas que teníamos antes. Agradecida debe estar tu madre de que hayas entendido el mensaje. Bendecida estoy yo por el padre que me toca ahora. Agradecida con la vida y la muerte por la intensidad de los cambios.

Somos bastante pésimos para expresarnos en persona, que se yo, cositas del ser humano, pero cuán lindos se están poniendo nuestros almuerzos, las charlas, el compartir. Te siento cada vez más cerca de la verdad.
Papá. Sos un genio. De esos de las lámparas de Aladino. Hay que pedirte que salgas, hay que mendigarte amor, y ahí aparecés por sorpresa para todos, dando una respuesta certera.
Has dibujado los hilos de la familia. Vinimos, volvimos. Te has ido, has vuelto. Te recuerdo cuan adolescente, llevándote el colchón de debajo de mi cama, sin reparos. Y yo llamándote, siendo adolescente, pidiéndote que reacciones y te comportes como un adulto.
Pues parece que sos un niño en cuerpo de adulto. Y es lindo que así sea.
Agradezco al recreo de la vida, a tu espíritu renovado, a mi abuela y a Martina por haberte desnudado en esencia.
Te amo.

jueves, 1 de mayo de 2014

Ser tía

Siempre que escribo mis entradas, lo hago espontáneamente, enfrentandome al vacío de la hoja en blanco en la computadora, intentando ver qué pasa conmigo, por dónde canalizo mis ideas, casi todas las veces me gana el corazón. Casi.


Hoy me decido por escribir acerca de Martina, y la mente pierde absolutamente la batalla. (VAMOS!)
Mi sobrina es fuente de inspiración, es sensibilidad, risas, llantos, carcajadas, silencios, abrazos, miradas profundas. Es amor, ganas de vivir la vida inocentemente, espontáneamente, alegres, despreocupados, jugando, cantando, bailando, aplaudiendo, observando, riendo, amando.
Son tantos los adjetivos para este ser inmenso que vino a iluminar la vida de la familia, que es inevitable derramar lágrimas de emoción mientras escribo.

Martina, gracias por devolver la magia.
Gracias por estar siempre, aunque no estés fisicamente.
Gracias por invadir nuestros espacios de armonía.
Gracias por ser tan pequeña, y tan inmensa .
Gracias por permitirme ser madre, sin ser madre.
Gracias por habernos unido después de quebrar.
Gracias por tus risas y llantos, que iluminan nuestros corazones y nos llenan de ganas.
Gracias por permitirme hablar en plural.
Gracias chiquita, te amo con toda mi alma.


lunes, 17 de febrero de 2014

Primera entrada “Diario público de una relación íntima”


Querido Diario:
Hoy me decido por iniciar una historia que considero debe ser contada. Te escribo a ti para que me devuelvas a mi y juntos les demos a ellos. ¿Quiénes son ellos? Ya lo sabremos, juntos lo descubriremos.
Te propongo para esta treta manejarnos con una simbiosis de fantasía y realidad. Un ida y vuelta de personas y personajes que cada uno vaya describiendo  y/o componiendo, y el otro enriqueciendo en su devolución.
Me arriesgo, debo reconocerte que tengo miedo de no saber manejar mis reacciones , pero de eso se trata, de intentar derrotarlo para hundirse en la creación. Si hay rabia que se manifieste. Si hay amor también. Me estoy desnudando. Palabras, cuerpo y mente no quieren llevar más estos trastos viejos.
Me tomo el atrevimiento también de sentenciar darle más que una pizca de misterio. Odio que me pregunten si escribo desde mi lugar o desde la posición de un personaje. Cuando escribo simplemente pretendo que se aferren a la cuerda que tiro y se lancen a la aventura. Sin peros ni preguntas.
El misterio y la magia, prioridades de mi vida y ahora de esta suerte de recreo mental. Una vez, hace muchos años escribí acerca de lo importante que son estos elementos pero es muy largo el relato y no me parece momento de compartirlo, quizás después. Tiene una historia de fondo que tendría que explicarla y puede que no entiendas, que no te guste, o no te interese.
Un atrevimiento de mi parte no haberme presentado formalmente hasta ahora, olvido que recién nos estamos conociendo.
Un pequeño resumen. Mi nombre es Lucía. 24 años. Ariana de pura sepa. Caprichosa y facultada de fornido carácter desde temprana edad. Hoy Licenciada en Ciencias de la Comunicación, título por el cual no me galardono en absoluto.
Amante de la lectura, escritura y el cine. Mesurada por la rutina, el tiempo muerto y las ciencias. Actriz, compositora y cantante frustrada. Espero con ansias tachar tal calificativo.
Convencida y perseverante con lo que me apasiona, por momentos. Por otros la vagancia y el desequilibrio me desvían del camino.
Trabajo todos los días. No sé exactamente qué cantidad de segundos, minutos u horas. Depende. Lo importante es que me mantengo ocupada día a día en reforzar y establecer mis primacías. Ser feliz. Amar y ser amada. Ser sincera y honesta, le pese a quién le tenga que pesar. Luchar por mis anhelos para así cumplirlos y vivir en una frecuencia de júbilo y armonía. Son varios los deseos, aún no tengo claro el orden pero estoy trabajando en ello.
Hoy me establezco una meta. Escribir y publicar un libro –o un documento compilado en su defecto- a partir de este material que estoy empezando a crear. Desde ya intuyo tiene mucho que enseñar.
Mañana quizás ya no piense así, quizás se termine. De repente alguien me corta las alas, pone punto final y ya no hay más nada que hacer. O si. Quizás eso lo enriquezca aún más.
De fallar con esta, me propondré otra meta. Si no se cumple, otra. Y así hasta que por fin se concrete alguna.
Este propósito de plantearme objetivos lo tomé prestado con menor empeño de un amigo, Francisco, para los amigos “Fran“. El tipo en el mismísimo instante que está entreabriendo los ojos se plantea una meta para ese día que está comenzando a correr. Si no se ejecuta, esa misma noche se prohíbe el sueño.
Desde que el mortal tomó esa decisión ronca como un cristiano –o cual sea su maldita religión si es que la tiene-. Opta por cumplir el objetivo antes de pasar una noche en vela. ¡Mis aplausos!
El muy enfermo encima al despertar se toma el trabajo de escribir su porvenir diario con lapicera sobre su almohada, para así de haberlo cumplido poder tacharla sin impedir la lectura dejando huella de todas sus promesas ejecutadas. Fundas blancas usa. La pobre madre se las quiere meter en el lavarropas para reutilizar y Fran se niega. A medida que se van saturando de información las va renovando para guardar las sobrecargadas en una caja de cartón que intenta esconder bajo su cama.
 Arrancó con buenas telas, ahora me contó que tuvo que achicar porque a veces la mano venía de más de una ocurrencia por día al despertar, y todas las tenía que anotar, y tachar. O no.
Muchos mortales pensarán que está de la mente. Para mí no, todo lo contrario. Este es el tipo de afluencia que me llena de emoción y ganas de soñar, volar y darle para adelante. Son un escalón en la planicie de la media de la gente. Una oportunidad para contar algo anecdótico, una inspiración a la hora de escribir.
Yo probé hacer lo mismo, salteando la parte de escribir, tachar –o no- la almohada, guardar bajo la cama y prometerme no dormir al no cumplir. No funcionó.
Entonces…¿quién está de la mente? ¿Fran o yo? La que se está quedando dormida, dejando ir una meta concretada por día me parece que es mi persona ¿no? ¿Te parece muy descabellada la idea de que alguien practique estos asuntos para lograr lo que desea en el transcurso de su minúscula vida? Yo creo las herramientas son sobradas y hay que utilizar la cabeza, la creatividad y la pasión para no quedarse soñando durmiendo. Justamente Fran puede darse el lugar de soñar con los ojos cerrados cuando pudo hacerlo con las pupilas dilatando el anhelo, sino no lo merece, y creo nosotros tampoco.
Tanto hablar de dormir, se me están cayendo los ojitos, pero ahora no sé que hacer, me siento culpable. Me pregunto, ¿hoy hice algo productivo? Mmmm....
¡Si! Gracias imaginación y disposición en el día de hoy para sentarme a escribir esta cuenta pendiente. Hoy puedo dormir tranquila. Hoy…mañana no lo sé, dependerá de mi, como todo.
¿Qué linda es la vida no? Como cada uno decide qué hacer con ella. Es increíble. Lo alarmante es que la gran mayoría no se da cuenta, pero allá ellos y aquí nosotros. Aquí y ahora. Presente vigente que si nos lo proponemos ( y podemos sellarlo en una almohada si Fran nos da los derechos de autor) puede mantenerse sin vencimiento de felicidad.
4:45 a.m. Me voy a dormir ya!! Pero super contenta de tan sólo imaginar que con el punto final va a comenzar el ida y vuelta de una historia mágica que me va a mantener entusiasmada y expectante.
Me pregunto…¿qué estarás pensando de mi en este momento?
Gracias por dejarme compartir contigo lo que siento y pienso, me siento muy cómoda de compartir un espacio en tu blanca y pura dimensión. No veo la hora de escribirte por segunda vez.
Se me cierran los ojitos. 4:48. Puff!
Hasta que el tiempo lo decida!
Besos,
Lucía (mis amigos me dicen Lula, pero al comienzo es difícil catalogar).

Prólogo “Diario público de una relación intima”


“Lo que llamamos nuestra intimidad no es sino nuestro imaginario mundo, el mundo de nuestras ideas“. José Ortega y Gasset

PROLOGO
Intentando volver a la inocencia de la niñez, conjugando la adultez de una pareja se plantea un juego donde cada uno se escribe a sí mismo y a su vez se comunica con el otro. Una mezcla de verdad y fantasía para conocerse desde la creatividad, para ver como el otro percibe, reacciona y refuerza la historia.
De las palabras surgirán sentimientos hermosos, aterradores, declaraciones y reproches. ¿Verdadero o falso? Está en el otro percibir y entender este ejercicio de acercamiento. Anclados en la imaginación se volará por dimensiones hasta ahora desconocidas, tocando las fibras del emisor-receptor. Se conjugan los relatos intentando conocer cómo el otro recepciona la cabecita de su dupla, buscando de esa manera desnudarnos en esencia y divertirnos fantaseando, pretendiendo descubrir probablemente sin éxito dónde se halla la línea entre lo real y lo imaginario. De ese secreto emerge el encanto de este desafío.
Me expongo con este planteo, y también a mi contrincante con la certeza de que en la exhibición se encuentra el atractivo del contenido.

Adjetivos adorados


Visceral.
Exigente.
Intuitivo.
Tramposo.
Místerioso.
Inseguro.
Seguro.
Cambiante.
Orgulloso.
Apasionado.
Peleador.
Observador.
Atento.
Paciente.
Paternal.
Compañero.
Capaz.
Aferrado.
Insistente.
Histérico.
Pasivo.

lunes, 20 de enero de 2014

La verdadera Lola Medina

Si, me había ido. Sucede que hace cuestión de año y medio vino un ser chiquitito a darle una potencia enorme a este blog y la verdad no supe qué hacer con tanta coincidencia. Quedé en silencio. Ahora es ella la que habla sin parar, encargándose este blog viva y lata sin que yo tenga que escribir absolutamente nada. ¡Una maravilla!
 Con ustedes, mi sobrina: Lola Medina.
 Si. Se llama así.
 Si si si.
Y esos cachetes también son de verdad. Lo juro.

P.D: El otro año y medio que me ausenté fue de boluda nomás.