viernes, 3 de diciembre de 2010




Esta historia fue escrita en la hoja número 70 de una cuadernola marca Matra de 100 hojas


Salió de su casa pensando en el más adecuado.
Enseguida priorizó la urgencia de encontrar algo cerca.
Salón “El payasín”. Benito Blanco y Scosería.
Allí pensó estaba reposando el próximo confidente de sus andanzas, pensamientos, alegrías, tristezas, creaciones y toda una millonada de palabras que derivan en un eclipse emocional.

La puerta se abrió. Detrás del mostrador una mujer de apróximadamente cuarenta años. Pelo oscuro y erizado. Ojos rasgados. Sonrisa oculta. Polera verde con pelotitas de esas que denotan uso, o descuido.
Debajo llevaba puesto el mostrador, con una gran cantidad de boludeces que se colocan en las vidrieras de un kiosco, sobre todo aquéllos que se hacen llamar “Regalerías”. Agendas de todo tipo y color. Lapicera para niño, adolescente, adulto. Cartucheras. Necessaires. Gomitas de pelo. No importa.

Una mujer adentro de un kiosco, detrás de un mostrador, que ve a una chica cualquiera y debe atenderla.

Chica cualquiera. Eso sería lo ideal y con certeza lo que piensa al ver a una jovencita rubia, pelo lacio, vaquero oscuro, polera sin pelotitas y championes. No así cuando entra un señor mayor, de los que tarda en llegar al mostrador, si se acuerda lo que está buscando no ve nada de lo que le muestran, y si se decide por algo es imposible hacerlo callar, y luego que encuentre su dinero en el bolsillo del pantalón beige bien cavadito a la cintura. En fin. Otro cantar para la muchacha.

¿70 hojas? ¿100 hojas? ¿Tapa dura? ¿Tapa blanda? ¿Cuaderno? ¿Cuadernola? ¿Block de hojas? ¿Block de apuntes? Ella sabía que debía irse con hojas, lo que no tenía claro era el formato.

- Tengo Papiros, Matra, Tabaré, Arte...
- A ver las Arte...
- Tiene hojas cuadriculadas
- ¡Ah no! Si hay algo que sé que no quiero es arte cuadriculado. - risas de la chica de polera sin pelotitas. Seriedad de la otra.
- Tenés los otros sino que son todos rayados
- Eso creo que puede andar más con mi perfil. ¿Me mostrás las Matra?
- Están buenas. Son las más baratas
- ¿Cuánto salen?
- 27 la de 70 hojas y 32 la de 100
- Osea que 30 hojas de la de 100 valen 5 pesos. ¿Decís que esas últimas treinta vendrán cargadas con falta de inspiración?
- ¿Cómo?
- Claro. El que mucho abarca poco aprieta. O, lo barato sale caro. Si entre 70 y 100 hay una diferencia de 5 pesos no puede ser casualidad
- Es preferible que sobre a que falte
- Mmm... ¡No siempre es tan así! Esa poca diferencia de precio me hace pensar que todo lo que escriba de la página 70 en adelante no va a tener sentido
- ¿Por qué te parece?
- Porque no creo en las casualidades. Ese precio me está dando un mensaje y esta vez quiero tomar una buena decisión.
- ¿Llevás alguno? - comenzó la impaciencia de toda kioskera.
- Faaa...no sé cuál. ¿Block de notas tenés?
- Tengo estos. Son hojas blancas.
- Uh... ¡Eso puede andar bien! El cuadriculado seguro que no. Las rayadas ya hablamos el temita de los precios y aparte con ese adjetivo que le estamos poniendo me da un poco de miedo escribir desde ese lugar de “rayada”.
La hoja blanca es lo ideal. Es una clara representación en papel de lo que pasa por mi cabeza al momento de enfrentar la creación. Blanco. Luego empiezan a aparecer las rayas.
Estoy en blanco. Ella también. Las dos luchamos contra lo mismo.
- ¿La llevás entonces?
- Si, claro. Nunca estuve tan segura en una compra. Jamás pensé que un simple block se iba a parecer tanto a mí
- ¿Cuál llevás?
- ¿Cuál es el más barato?
- Este. Sale 28 pesos
- ¿Y cuántas hojas tiene?
- 100
- ¿Viste? Sin lugar a dudas el rayado, de 32 pesos y 100 hojas me iba a traer serios problemas de inspiración
- ¿Llevás éste entonces?
- Si, lo llevo
- Perfecto! Son 28 pesos entonces
- A ver pará que busco. Acá mirá...¡Tengo justo!
- Buenísimo. ¡Que lo disfrutes!
- Ah...una pregunta, a ver si tenés...
- ¿Lapiceras?
- No, ¿papel blanco para envolverlo para regalo?
- ¿No es para vos?
- Si, claro, por eso mismo.

martes, 14 de septiembre de 2010


Exponer sin reparar,
 supone un pecado letal que señala por la espalda a diversos autores descuidados.
Hacer el amor sin percatarse,
 es una disputa existencial de heterogéneos reprimidos encasillados en las formas.
Cultivar sin vehemencia,
 es una destreza que acaba en eternos desengaños de propósitos desnudos de aspiraciones.
Adquirir sin valorar,
 es convalecer una llaga descubierta hasta la eternidad.
Vibrar sin triunfar es el mero vicio de la humanidad.
Bailar sin pisarnos supondría reducirnos a citar dichas trangresiones.

domingo, 29 de agosto de 2010

Una VOZ en el SILENCIO


Llegó en silencio, sin tocar ninguna puerta.
 Yo, sin darme cuenta.
Las miradas eran el nexo conector, hablaban entre ellas.
 Las bocas, en silencio.
Ahí estaba yo, a veces haciendo y haciéndome preguntas, nadie contestaba.
Ahí estaba yo,  algo desentendida, pero tan sólo una de esas miradas parlantes me hacía comprender que si no entendía no importaba, de eso se trataba.
Siempre me dijeron que mis gestos, mis caras, mis miradas, hablaban por sí mismas, pero creo nunca haber transmitido tantos sentimientos encontrados en un beso, una caricia, una mueca, un suspiro, una carita de situación.
Tal vez antes lo haya intentado, pero no creo haberme hecho entender tan bien, no creo antes haber sabido hablar en silencio como lo estoy haciendo hoy.
Creo haber desarrollado un nuevo idioma, cuyas reglas gramaticales principales son el misterio y la magia.
 Idioma donde no existen los signos de pregunta, para que de esa manera sobren los puntos suspensivos.
Intenté preguntar, pero se fruncieron las miradas, se agacharon las cabezas.
Era como si estuviera atentando contra el idioma que me estaban enseñando.
Creo que ese debe haber sido el motivo por el cual dicho signo fue eliminado de éste vocabulario, donde la mirada y el beso tienen tanta relevancia.
Con la cabeza a gachas no se puede besar, no se puede mirar, no se puede hablar este idioma.
Si se quiere agregar, se puede, nadie lo impide, son los privilegios de todo autor.
Además, hoy en día, los diccionarios de cualquier idioma vienen cada vez más altos, cada vez más gordos.
Éste del cual estoy escribiendo, tiene únicamente dos reglas gramaticales básicas, que quizás no son siempre fáciles de aplicar. Pero los dos verbos principales, creo yo, no han de ser para nadie difíciles de conjugar.
Sabemos que detrás de éstos cuatro elementos; es decir: magia, misterio, besar y mirar; hay verbos en infinitivo, conjugados, en presente, en futuro, hasta quizás en pasado.
Hay sinónimos, antónimos, oraciones enteras, incluso frases hechas, que transmite cada uno a su manera, mediante su vista y su tacto.
Detrás de éstos elementos, los cuatro portadores del silencio, asoman la cabecita (aquella que se agacha cuando se hace una pregunta), algunas palabras que parecen pertenecer a otro diccionario.
Significados y significantes que quizás, tan sólo agregando un signo de pregunta y aprendiendo a mantener la cabeza en alto ante tal monstruo, puedan llegar a enriquecer este nuevo idioma; Esta manera de hablar en silencio, que me ha enseñado el curso más importante de todos -el de la vida-, con su postgrado -el de la felicidad-.

miércoles, 14 de julio de 2010

Imaginar la realidad


“La imaginación nos llevará a menudo a los mundos que nunca estaban, pero sin ella vamos a ninguna parte“    Carl Sagan

Con la aparente pantalla de salir a caminar y preservar cuerpo y mente, Lara corre en busca de historias.
Sin rumbos ni guías, se sumerge en el aire abrazador de la rambla montevideana.
Atraviesa la enorme senda con la ambición de toparse con personajes, con el anhelo de enriquecer su campo visual y lo diverso de su idéntica apariencia: salir a caminar para buscar salud mental y buen estado físico.
Las formas la abruman. Equipos deportivos negros, blancos y grises. Pipas y hojas de laurel por doquier. Seres corriendo a diferente ritmo pero sin ningún otro fin desacomodan sus expectativas.
Un chico -para ella ahora de nombre Esteban- se entrecruza zigzagueando en una patineta. Sus ojos terminan recorriendo su andar hasta que la abandona en la distancia.
Vuelve. Personas que optan por trasladarse a sus casas por la vereda costanera, seguro sin tener claro algún motivo admirable. 
No miran a sus costados. Entre trajes y maletines andan a cuestas.

Pasados los 25 minutos aún no ha encontrado alguna historia más que la que se imaginaba. En su realidad inmediata no hay intriga.
Los cuerpos reales se tornan pasivos en su búsqueda introspectiva.
Ahora recostada sobre el monumento de Gandhi, observa a una banda de jóvenes y veteranos cantando al ritmo de los acordes que suenan y vuelan por los aires despertando sonrisas en los caminantes.
Un muchacho de pantalón de jogging azul y camisa a cuadros gris, roja y arrugada se desprende de aquélla multitud y se sienta a su lado. 
Enseguida revela su identidad -Federico- para a continuación cuestionarle acerca de su soledad.
Lara contesta que simplemente observa, intenta nutrirse y descubrir patrones y porvenires del gentío que se decide por el fresco ramblero. 
Aprovecha para comentarle que los resultados fueron casi nulos, salvo alguna excepción y ahora en un segundo intento se decide por explorar dentro suyo.
Federico la mira a los ojos algo desentendido. Lara también se confunde. 
El efecto parece apaciguarse. La persona proveniente de aquélla banda no debería reaccionar así.
La realidad imaginaria se disuelve ante sus ojos al ver que aquél joven se va de su lado y se despide ya con un pie encima de su patineta.
Lara corre tras él preguntándole su nombre.
 Manifestó llamarse Francisco y con cara de pocos amigos dijo no haber cruzado palabra alguna con ella.

jueves, 27 de mayo de 2010

Proyectando crecer




La soledad de un cuarto oscuro a la una de la madrugada.
La noche se sumerge en el interior de Clara.

Pasado y presente resumidos en la luz de una vela que atrae su
conciencia, la adopta como propia y luego la devuelve digerida.
Está creciendo, la vida la está invitando a pasar.
Ella recién lo está comprendiendo.

En lo más profundo de su ser,
una pantalla le proyecta pensamientos, sentimientos, experiencias.
Ella se distiende en un piso frío pero agradable,
contemplando con atención el reflejo de la luz natural en el techo.

Alma, cuerpo y mente eligen la primera fila,
buscando vivenciar el espectáculo en todas sus vibraciones.
Por momentos parecería ser que un actor olvida la letra.
Clara está confundida. Cree no poder dirigir la función.
Las lágrimas en su recorrido natural.
Las sonrisas apagadas invocan la reflexión.
Atemorizada se levanta y toma asiento detrás de los espectadores.
Clara está creciendo.

Ya se encontrarán seguido alma, cuerpo y mente.
Se ubicarán en la misma fila, se involucrarán en el mismo espectáculo.
Y cada vez que el proyector que obtuvo aquélla noche encienda sus luces,
lágrimas, sonrisas y aplausos dispararán destellos de pureza y sabiduría.
Clara seguirá creciendo.

Tendidos al cielo

Lejos de estar erguido
aparta el gris de su dimensión,
totalmente desentendido,
tal como si nunca hubiera sido reina de la colmena.

Animal desgarrador,
víctima de su ego,
anhela el amor del Universo.

Intenta persuadir,
asegurando que su solitaria unidad le acercará la dicha.

Remitiéndome a los hechos,
sostengo aterrorizada que tal cometido le será imposible.

Buscando saciar el hambre,
la mirada permanece atenta,
intentando enfocar la próxima presa.

Manos y pies tendidos al cielo,
rezan por desvanecer el escombro terrenal.

jueves, 13 de mayo de 2010

Un maestro me ha enseñado

El buitre sigue a su presa,
hasta que la ve caer y luego de ella se alimenta.
El cuervo es más impaciente, 
se le ha visto comerle los ojos a su víctima en plena agonía.

El monstruoso ego -sin embargo- prefiere la estrategia del gusano.
Coloca su larva suavemente en la víctima,
penetrando sus tentáculos.
Es ingenioso e imperceptible gracias a su anestesia.
Comienza a devorar, y antes de que se produzca la infección libera antibiótico.
Y sigue comiendo.
Una vez que la víctima se percata, el ya ha hecho todo su trabajo.
A ese entonces pueden pasar dos cosas.
La primera, que el gusano sea retirado y que las heridas cicatricen.
La otra, que el gusano fecunde sus huevos y estos comiencen a multiplicarse.
De ser así, las larvas nacerán como propias y tendrán en el miedo su mayor y único alimento.
Entonces, habrá una sola cosa que hacer.
Diferenciar y elegir, entre lo falso y lo verdadero.
Sólo se puede hacer viendo a los ojos de la realidad.
Sin culpa. Con Perdón.
Sin deseo. Con Amor.
Sin miedo. Con Entrega.
Sin tiempo. Con Eternidad.

Gracias “Pollo”.

Canta

No intentes cosechar veneno en mi tierra
El sol se encargará de la siembra
La nube sanará la huella
Cenizas en el viento bailarán hasta tumbarse
Amores en el tiempo compondrán de mi

Canta...
Canta...
Festeja lo que sucede
La mente ya no intercede
Ella muere en tu canción

miércoles, 28 de abril de 2010

¿Qué mierda querés?

Manuel. 24 años. Sale de su casa. Traje, corbata y portafolio.
Esperando el 181 en Luis Alberto de Herrera casi 8 de octubre, comienza a sentir un calor alarmante.
Se quita el saco. Un poco mejor.
Se afloja la corbata. Deja el portafolio sobre la vereda, acostado sobre el barrote de la parada.
El fuego va en aumento. Se deshace definitivamente de la corbata, apoyándola sin cuidado sobre el maletín.
Amaga a quitarse la camisa, comenzando por desabrochar los primeros botones.
Una joven de apróximadamente 27 años -que parecería estar esperando transporte para ir a cualquier lugar-, intenta pero no puede quitarle los ojos encima. Aplica la técnica del reojo, intentando simular exenta de triunfo.
Manuel la percibe y prosigue clavándole una mirada intimidante.
Se termina por decidir y se arranca la camisa con desespero.
La joven se aleja. Opta por esperar el ómnibus recostada sobre las ya casi desintegradas rejas de una casa.
Manuel comienza a acercarse. Ella se dirige hacia la esquina. Mira hacia los costados buscando cobijo. Se quita la mochila de la espalda, la coloca sobre su estómago y la abraza con el mayor de los apegos.
Los pasos precipitados de aquélla muchacha obligan a Manuel a correr hasta alcanzarla.
Consigue llegar y aferrarse de su brazo con torpeza. La joven se reprime el grito de auxilio en la garganta, lo mira a los ojos y por acto reflejo le responde con una mirada atemorizante que deja a Manuel desconcertado.

-No te vayas! No te voy a hacer nada...
-¿Qué mierda querés?
-¡Saber quién sos, eso quiero!

(En ese mismísimo instante un popular oportunista se hace cargo del maletín, la corbata y la camisa arrojados sobre la vereda. Manuel observa el arrebato carente de interés. Alza los hombros y la mira a ella con un gesto de frustración que le es devuelto con una sonrisa enternecedora).

-Soy lo que ves
-¿Y dónde estuviste hasta ahora?
-Me agarraste en esta parada de causalidad
-No creo en las casualidades
-Dije de causalidad
-¿Y adónde vas ahora?
-¿Vos dónde vas?
-¿Cómo?
-¿Dónde querés ir?
-Contigo, adonde sea
-Donde sea no es ningún lugar
-Podemos ir a mi lugar, el mejor refugio. ¿Querés?
-Mmm. Bueno, con probar no pierdo nada. Pero vamos ya que se nos hace super tarde.




Manuel ahora camina de su mano semidesvestido, ansiando finiquitar el desnudo apenas arribe a su lugar, haciéndole el amor a la recién hallada vocación.


domingo, 25 de abril de 2010

Luz prendida



Felipe -inocente y perceptivo- teme dormir con la luz apagada.
El niño escapa de las normas, le teme a la oscura sociedad.
Los mayores y creyentes vastos de experiencia insisten.
Felipe -sin embargo- para apagar su mente decide desobedecer las reglas.
Cuando crezca, seguro automatizará el acto de dormir en penumbras.
Si en una de las repetidas veces reflexiona un segundo antes de hacerlo, seguro entenderá de lo mucho que sabía antes, y esa misma noche volverá a dormir con la luz prendida.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿Qué es peor?



¿Será otro ejemplar?
¿Para aquél hombre no amar es sinónimo de odiar?
Ahora es generalizada la cuestión: Los hombres. 
Descartadas todas mis teorías de regreso a casa.
Google era el mejor cazaintrigas,
hasta que me topé con esta imagen.

Continuación entrada “El hombre que odiaba a las mujeres”

Documentando grises se aclara




Domingo de lluvia en Montevideo. 
El agua sana y cultiva la calma.
El sonido de los pájaros pronostica buena cara.
Los aventureros caminantes
se identifican con el vibrar de la naturaleza.
El vino del hombre se quiere pronunciar. 
Parece ser que un rayo lo empujó hacia abajo
y lo dejó allí parado.
El ojo sensible todo lo capta. 
Una humilde demostración prende el motor de la motivación.

viernes, 16 de abril de 2010

La niña de la muñeca

Cada mañana Alma recorría la feria del pueblo en busca de una limosna, un pedacito de pan, una tacita de leche.
Se tomaba el tiempo con merecido respeto para introducirse en la retina de la gente y luego proceder con su pedido.
Sonreía a los bondadosos y se ofuscaba con los egoístas, haciéndoles entender con tan sólo una de sus miradas que la monedas que tenían en sus bolsillos seguro iban a ser malgastadas.

El hombre que odiaba a las mujeres

Libros de la Arena. Benito Blanco y Avenida Brasil.
Una excelente librería, dicho sea de paso.

Eran las ocho de la noche, venía de comprarme la latita de cerveza digna de un viernes posterior a una semana dura de trabajo.
No dudé un segundo, no sabía bien qué quería, qué buscaba.
Por lo visto entré.

Cada vez que visito una librería una ola de arte apaciguador recorre todos mis sentidos y los regresa a su posición natural.

Pregunto por la sección de libros de cine. Me la indican y me dirijo sin escalas. Miles de libros distribuidos entre estantes, piso y mostradores desorbitan mi atención. Los quiero todos, pero debería elegir uno.
Estableciendo un orden de prioridades me acerco a la vendedora.

-Disculpá, ¿libros de guión tienen?
-Si, claro. Dejame ver. Todos estos que están acá son de guión - me dice en puntitas de pie señalándome uno de los inmensos estantes renovadores de conocimientos.
-Uy! Va a estar difícil la decisión
-Si, la verdad que son todos muy buenos. ¿Estudiás cine?
-Si
-Yo siempre quise pero nunca me puse las pilas, pero he leído unos cuantos libros
-Claro, yo si trabajara acá me gustaría ser cineasta, psicóloga, doctora, socióloga, capaz que hasta estudiaría para astronauta (Risas)
-Si, es verdad, es muy lindo trabajar acá. Pará que te traigo una escalera para que puedas vichar bien los libros
-Dale gracias

En unos pocos segundos ya estaba la simpatiquísima mujer caminando hacia mi cargando la escalera con una sonrisa enorme dibujada en su rostro.
-Vichá tranquila todo el tiempo que quieras. Cualquier cosa me preguntás.
-Perfecto! Muchas gracias! (Me quedaban apretadas las palabras para hacerle entender que realmente estaba agracecida).

Comencé a hurgar entre libros, teorías, imágenes, índices, manuales. Me quería meter dentro de cada uno de ellos.
Es increíble el sentimiento de posesión que nace de un libro que capta tu atención.
No puedo dejar de mirarlos, dejarlos y volverlos a mirar.
Me introduzco en la lectura como si estuviera en el sillón de mi casa.
Y así fue.
Hora y media contabilizadas por el aproximado reloj mental (no tengo en la muñeca, pero cuando llegué a mi casa eran las 9 y 40).

Manual del guionista.
Teoría del guión.
Cómo escribir un buen guión.
Historia del cine uruguayo.
Historia mundial del cine.
La fotografía y el cine.
Todos eran espectaculares y me tenía que llevar uno.

En Libros de la Arena -como en casi todas las librerías- suelen escribir los precios en lápiz en la primera página de los ejemplares.
Esa fue mi tarea a seguir, abrir libro por libro y ver qué tanto me iba a doler -comprarlo claro, no leerlo-.
Decidí que de aquí en más para cumpleaños, aniversarios, recibimientos, nacimientos, cualquier tipo de festividad voy a pedir libros o plata (para comprarme los libros).
Reviso mi billetera con la certeza de que entre billetes y monedas llegaba a comprar uno de esos títulos que parecería tanto me iban a regalar.
Nada. $250.

Vuelvo al ruedo. Aparto los de $500 para arriba y me introduzco en los libros viejos, finitos pero no por ello menos interesantes. Ya me había bajado y subido de la escalera unas 50 veces. Pero esta vez zafé, los libritos para personas que no cuentan con mucho dinero en su billetera están al alcance de los pies, recopilados en columnas sobre el piso.

Me tenía que decidir.
Mis amigas me estaban esperando para charla-cena-cerveza.

“Escribir un guión de cine o televisión”, de Valeria C. Selinger.
Un libro con un título simplemente explicativo, que no promete ni compromete, con una claqueta en la tapa, sin índice para rápidos electores de libros pero que en una barajada de páginas resulta interesante.
Nada. $250.

-Llevo éste.
-Te decidiste al final.
- (Risas) No, pero llevo este...ya me decidiré en otra hora y media y con plata en el bolsillo - dije sonríendo con simpatía a la chica de la escalera y de las múltiples y soñadas profesiones.

Apoyada sobre el mostrador, en el proceso de te pago - me pagás - me das la boleta - te doy el libro, veo entrar a un hombre de traje negro, camisa blanca y corbata gris con su hijo de alrededor unos 12 años.

- ¡Disculpá! El hombre que odiaba a las mujeres, ¿lo tenés?- pregunta el hombre con un gesto de incertidumbre en su rostro.
- ¿Y Harry Potter 7? - pregunta su hijo sonriendo con mezcla de inocencia y picardía.

El ahora intrigante hombre lleva los lentes a su rostro, levanta el libro en un ángulo superior a sus ojos y comienza a leer la contratapa cargado de concentración.
- Papi mirá este libro, es de una peli de terror que está demás - le comenta su hijo con un marcado entusiasmo de querer llevárselo para leer esa misma noche.
El padre no responde. Sus sentidos estaban inmersos en aquél título implorado con tanta certeza.

Me fuí.
Camino a casa me intrigué.
¿Será una novela?
¿Para qué quiere un hombre leer un libro sobre otro hombre que odia a las mujeres?
Seguro es un resentido.
Quizás no y es un regalo para un amigo que sí lo es.
De golpe es su manera de pedirle el divorcio a la mujer.
O de repente simplemente se lo recomendaron y el libro narra la historia de un hombre que siente todo menos odio por las mujeres.

Qué se yo...la cuestión es que el autor se la jugó con el título, me dejó pensando, y es por ello que en esta entrada le regalo el mío.
Resta googlear y quitarse la sangre del ojo.

www.librosdelaarena.com.uy

domingo, 28 de marzo de 2010

Soñar es silencio


Un paraíso soleado y estrellado.
Allí nos gestamos. Mellizos de la búsqueda interna.
Llegamos sedientos de energía,
la naturaleza nos regalaba su corriente más preciada.
Una cuna de madera sobre un pedestal mecía la pasión.
Una voz color verde le cantaba al niño recién nacido.
Un faro celeste y azul no cesaba de iluminarnos.
Magia. 
Allí estaba, y allí nosotros.
Estrellas fugaces haciendo excepciones se mantenían encendidas.
El equilibrio danzaba sobre un hilo imaginario.
Conjugando nuestras almas, desnudos en esencia, nos manteníamos sujetados de la mano.
Una realidad onírica luchaba por congelarse.
Desperté.
Voces y sonidos se interpusieron en mi camino.
Grandes demonios conspiraban con tijeras para desvanecer la conexión.
Ahora caminaba sobre barrotes de cemento, tambaleándome con el cuerpo rígido.
Los hechos sucedían.
Mis sentidos recepcionando a cuestas.
 El corazón de espaldas.
Quiero volver a dormir para estar allí.
Tierra de artistas cultivando semillas, 
iniciando la vida de inmensos árboles que luego aprenderán a bailar con el viento.
Quiero permanecer dormida.
Respirando profundo y escuchando el eco de mi inspiración.




Abre los ojos






Tú mismo debes encargarte.
De lo contrario alguien externo hará el trabajo y no va a ser un acto muy feliz, sino que más bien doloroso.