viernes, 13 de junio de 2014

Sobre la terapia de escribir y el maravilloso recorrido por las ramas

Me pregunto: ¿Por qué este deseo almico de escribir?
La respuesta: Siempre cae antes de que termine de formular la pregunta.

Magia. Escribir es un favor que me da la Existencia para conectarme con mi Esencia, mi verdad, un pasaje del Cielo a la Tierra.

Las ideas eternamente andarán merodeando en mi individualidad. Afianzarse a escribirlas elabora un ritual. Me enfrento a la hoja en blanco y allí sucede el milagro de que ese vacío cobre vida.
Ese libre albedrió cargado de adrenalina, aquél instante en que uno decide estampar una pequeña porción de sus sentimientos.

Decido crear mi atmósfera, que ayuda (y mucho), a convocar a esta tertulia a ese costado del corazón que está ahí, pendiente, anhelando le coloque unas alitas y lo lance a volar.

Me siento en el escritorio de mi cuarto, avivo una música clásica, reactivo un vino rico, un tabaco, muchos inciensos, y ahí aparece el corazón, que se apodera instantaneamente del lugar.

Hoy el día es un tanto extraño. Luna Llena. Mercurio retrógrado. Viernes 13.
Aterrizo en la playa, contemplo la luz de la Luna que refleja en el agua montevideana. Son las 20:30 de la noche.
Observo. Pido un deseo. Despojarme de todos los miedos. La luz me contesta es una tarea de las dos. Menciona mi nombre.

Lucía. La que nació a la luz del día. Alegre, sensible y muy arraigada a sus afectos. Perseverante cuando se propone algo. Buena amiga.
Hasta parece que Santa Lucía es la patrona de los ciegos, ya que según la leyenda fue una martir siciliana de tiempos del Emperador Galerio que recuperó la vista a pesar de que le habían arrancado los ojos (creo que de ahí viene mi complejo de Electra! Ah no, era Edipo con la madre, bueno no sé, hay que darse la libertad para cambiar las historias).

Lo más asombroso de todo es que seguro mis padres a la hora de elegir mi nombre lo hicieron a “la que te criaste”, ignorando significantes del cuestión.

Siempre agradecí muchísimo mi nombre. Me atrae, divierte, me maravilla. Esoterismos de la vida. Cuando elegimos el nombre de un hijo sin querer en algún espacio chiquitito estamos zurciendo sutilmente su identidad. Así parece.

La cuestión es que nacemos. Nos ponen un nombre. Lloramos sin saber como nos llamamos. Nos apropiamos de los senos de nuestra madre. Un día empezamos a comer. Luego a andar. Comenzamos a hablar, a decir verdades, y cuantas verdades dice un niño inocente, libre del sistema.
Reímos, y con ese frenesí llenamos nuestro hogar de alegría. Derepente lloramos, dandole la oportunidad a nuestra madre de acobijarnos.

Crecemos. Maduramos. Intentamos desapegarnos de la teta, la madre, la familia, la estructura. Ahí es cuando se genera la revolución. En nosotros y nuestro entorno. El pasaje de la dependencia a la indepencia. Un pasaje de ida, no hay regreso.

Anhelamos ser Uno para el todo. Nos damos contra toditas las paredes de nuestra existencia.

Llega un día que lo alcanzamos. Y ahí comienza la Odisea. Aventura colmada de maravillas Existenciales, donde cada uno puede abrir sus alas y volar en la inmensidad interminable de su alma. Que lo es todo. Un camino de encuentro con uno mismo. Hermoso. Intenso. Llenito de detalles.

El mundo está cambiando. A pasos agigantados.
Deseo todos mis seres amados aprendar a bailar con el viento, bañarse bajo la lluvia, entonar canciones con vehemencia.

Inhalar vida. Exhalar angustia.

El corazón nos está remolcando hacia la verdad. Démosle la bienvenida.

3 comentarios:

  1. mi peieña peta persevera y triunfaras!!!!!!!!!!!!!!!

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    1. que mal mi teclado jajaja,mi pequeña poeta !!!!!!persevera y triunfaras!!!!!!!!!!!Publica un libro

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